La respiración está siempre contigo. Desde que naciste.
Y lo estará siempre. Hasta que transites.
Dedica cada día un tiempo a estar con ella.
Es tu mejor amiga.
Cuando inspires deja que el aire entre bien
por todo tu cuerpo
iluminando con su luz cada órgano, cada pequeña arteria,
como si fueras dando con él un suave masaje a todo lo que
vas encontrando por el interior de tu cuerpo.
Cuando espires déjalo salir con calma,
como si fueran rayos dorados de amor que se expanden,
compartiendo toda esa luz con tu familia, con tu ciudad,
con el mundo, con el universo.
Como una estrella.
Y si algún día te sientes cansado o preocupado,
con tu cabeza llena de turbulencias,
lleva tu atención a tu vientre y respira profundamente.
La respiración devolverá la calma a tu barco.
Es tu ancla
"Inspiro y tranquilizo mi ser;
expiro y sonrío."
Budismo zen
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